15 septiembre, 2020

Transformación

Cuando en algún evento, un conferenciante se refiere a este tipo de Liderazgo, utilizando palabras sofisticadas y resonantes de los años 90′ generalmente pone énfasis en la palabra «visión».

Cuando en algún evento, un conferenciante se refiere a este tipo de Liderazgo, utilizando palabras sofisticadas y resonantes de los años 90′ generalmente pone énfasis en la palabra «visión» (siempre suele ser la primera que surge) e inmediatamente después, aparece otra palabra que es «aspiracional».

Posterior a esta exaltación de unos cuantos minutos sobre lo visionario y lo aspiracional, a uno le viene a la mente dos preguntas prácticas que generalmente se quedan sin contestar en congresos, ponencias, libros, y cursos varios: ¿Y qué hacemos al respecto, una vez que hemos comprendido el concepto? ¿De qué hablamos realmente cuando hablamos de VISIÓN?

Conley explica que una visión es tal cuando los miembros de una empresa u organización comparten un acuerdo explícito sobre los valores, creencias, propósitos y metas que podrían guiar su conducta. De manera simple, él llama a esto «una brújula interna».
Robert Fritz (1996) dice que las organizaciones avanzan cuando una visión clara, comprendida ampliamente, crea una tensión entre lo real y lo ideal, empujando a las personas a trabajar juntas para reducir la distancia entre ambos. Y cuando esto no ocurre, hay que contratar un consultor o coach externo, para ayudarnos a acortar ese gap, agrego yo.

Finalmente, la visión podríamos denominarla como un efecto unificador, un recorrido experiencial, que se vuelve especialmente importante en escenarios de alto nivel de incertidumbre, donde los resultados del negocio no se ven claros, las condiciones del mercado son cambiantes, y es importante centrar los esfuerzos y pedir ir más allá en momentos donde es necesario que cada colaborador se comprometa responsable y maduramente en los resultados de los negocios.

Generalmente, las organizaciones con una visión clara tienen normas donde los colaboradores pueden medir sus propios esfuerzos, ya que todos hablan el mismo lenguaje, tienen los mismos tipos de expectativas informales entre unos y otros, y existe una sólida base común. Entonces, surge otra pregunta: ¿Cómo se desarrollan los Líderes Visionarios?

Muchos líderes creen que el desarrollo de una visión es una tarea sencilla, y que consiste en articular una serie de creencias, para luego implantarlas. Sin embargo, la experiencia demuestra que una visión es más bien un proceso evolutivo que un evento singular; un proceso que requiere continua reflexión, acción y evaluación ya que cada día es una oportunidad para acercarse a los objetivos.
También muchas personas piensan que una visión surge de la mente de un líder fuerteimaginativo, con energía y carisma para que de pronto comience en la organización una gran transformación. En resumen: fórmulas mágicas. Otros apoyan el criterio de que es un proceso compartido en el cual todos son co-autores. Sin embargo, ambos pensamientos pueden ser contraproducentes.

Es evidente que el Comité de Dirección y el CEO juegan un papel clave dándole forma a la visión, algunas veces sin la ayuda de otros. Y es natural reconocer que en las manos de un líder articulado y persuasivo, una visión personal distintiva puede ser muchísimo más atractiva que el producto conciliatorio resultado de un grupo.

Pero en la medida que la visión sea parte de lo que las personas en la organización realmente pueden abarcar, la autoría honestamente tal como lo considera Fritz es irrelevante. Sin embargo, aquellos directores con inclinaciones heroicas deben estar dispuestos a dejar la autoría personal cuando venga el tiempo de la implantación, o los colaboradores no se comprometerán con ella tal como lo explica Conley. ¿Por qué? Porque básicamente no importa quien haya creado la visión, ya que quienes dirigen son los responsables, promotores y quienes han de velar por ella. En su estudio sobre decisiones compartidas, Weiss encontró que poco cambiaba el resultado a menos que el director tomara el liderazgo y lo ejerciera activamente. Aparentemente, los líderes con autoridad pueden actuar sobre visiones individuales pero, ellos no crean espontáneamente visiones compartidas.

En resumen: los líderes visionarios han de ser lo suficientemente asertivos para empujar algunos pasos adelante aunque sutiles y suficientemente pacientes para permitir a las personas encontrar su propio camino y así crear una buena disposición, creando un clima y una cultura para el cambio. Para hacer esto, es necesario compartir y explicar la visión de un modo entusiasta: incentivando, celebrando los éxitos; aceptando los fracasos; y permaneciendo leales confrontando los problemas inevitables y los malos pasos y eliminando cualquier ilusión de las soluciones mágicas para poder aprovechar el potencial de la Visión de la Organización alineando a los colaboradores a ella.

En la medida que los líderes de las empresas trabajen los desafíos de la visión de una organización descubrirán, tal vez, que lo imposible puede hacerse posible sobre todo en tiempos difíciles.

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